2 ruedas

Después de casi 1 año de estar lejos de esta noble jazolinera, ahora retomaremos la administración para seguir escribiendo experiencias del mundo automotor desde el occidente de México.

Por ahora, me centraré en la experiencia de cambiar las 4 por 2 ruedas, un deseo de muchos adolescentes, jóvenes, adultos, adultos mayores, etc.

Hace ya casi 2 años logré ahorrar para comprar mi primera motocicleta. Opciones hay muchísimas ahora que en México se ofrecen marcas japonesas, chinas, estadounidenses, europeas, hindús y demás. Los precios son tan variados como los nombres de los modelos que se ofrecen.

Las características en la moto para principiante en un principio eran:
confiable,
diseño aceptable,
buen precio, o lo que se conoce como las BBB (buena, bonita y barata).

Pero al momento de comparar modelos, precios y marcas, esa primera lista aumentó y se añadieron más cosas que debía tener la primer moto, como el tamaño de las ruedas (grandes para evitar los baches y empedrados), el tamaño de la moto (para 2 pasajeros con asiento cómodo), el desplazamiento del motor (que tenga suficiente fuerza para cargar con mi humanidad en subidas y bajdas), las velocidades (por el tamaño de las ruedas, las motonetas automáticas quedaban descartadas) y sobre todo, los sistemas de seguridad, algo que en un auto es más fácil de identificar, pero en una moto de precio asequible era poco probable encontrar ABS, GPS, control de tracción y otras monadas de la electrónica moderna.

Las primeras opciones lógicamente eran las famosas y confiables motos de repartidor, esas que uno apenas ve pasar por la derecha, izquierda, centro de los carriles de las calles con una hielera atrás o cajota para las pizzas. Con el maltrato que sufren de varios motociclistas en jornadas de más de 10 horas los 7 días de la semana, las Honda Cargo 125 definitivamente son buena inversión y garantía de aguante para calles maltratadas. También está la eterna C90, esa cruza de motoneta y moto de trabajo que en varios programas de televisión han intentado destruir o sobrecargar sin éxito, ya que después de caer de varios pisos de altura, una c90 todavía arrancó y repartió varias cajas de pizzas. Lo malo es que para mi estatura es muy incómoda, y qué decir del pequeño asiento duro sobre la parrilla de trabajo que es un martirio para el segundo pasajero. Luego vinieron la Unicorn 150 y la Titan 150. Ambas comparten el motor, un poco más potente que la Cargo, pero el precio ya doblaba mi presupuesto de ese entonces.

Luego visité Yamaha, que siendo japonesa como Honda, tiene opciones similares en precio, tamaño y potencia. La Cargo 125 es parecida a la YB 125 y la Titan a la YBR. La C90 tiene su contraparte en Yamaha con la Crypton de carga y de 2 pasajeros. Esta última me tentó seriamente por el precio, de las más económicas en una marca japonesa. Pero el tamaño y el diseño me hizo hacer una oferta por la YBR 125. Y no es que quisiera que le bajaran al precio de lista, sino simplemente obtener el precio de contado con una operación de crédito corto. Algo que en muchos lotes de autos se utiliza comúnmente firmando pagarés o letras, pero que en esta ocasión no funcionó porque la agencia que visité no tenía "créditos de casa" o lo que es lo mismo, el gerente no se dignó a escuchar la propuesta. Ni modo. Tampoco entró en presupuesto la atractiva BW100, una motoneta con llanta lo suficientemente grande y ancha como para o caer en todos los baches de una calle en plena temporada de lluvias.

Luego peregriné por muchas mueblerías (sí, ahora las mueblerías venden motos, y por un tiempo vendieron autos), en busca de modelos atractivos de bajo precio, pero las marcas muchas veces impronunciables y los comentarios encontrados en internet y de voz de los expertos rápidamente me alejaron de esas vitrinas.

Suzuki, otra japonesa de buena reputación, me cautivó con su enorme scooter de 400cc Burgman. También tenía equivalente de trabajo y urbanas a las Honda y Yamaha, pero en ese tiempo la agencia cerró, luego cambió de domicilio y volvió a cerrar, así que a pesar de su buen diseño y precio, no era posible comprar una en agencia en este lado del País.

Por último visité a Kawasaki, otra japonesa que en México ya no oferta motos de baja cilindrada. La menor es la Ninja 250, una deportiva que no entraba ni en presupuesto ni en el ideal de compra como primer moto para ganar experiencia.

La sorpresa fue que el grupo importador de esa marca, también importa marcas chinas y de la India. Así que la Bajaj llenaba el hueco de modelos atractivos y de baja cilindrada que Kawasaki no podía surtir. Platicando con el vendendor, me hizo énfasis en las diferencias que tenían sus modelos con las japonesas ofertadas en México de motores similares (como todo buen vendedor, claro). Lo más destacable fueron las barras de protección para las piernas que venían en todas las motocicletas, esas barras que usan las motos de tránsito adelante de las piernas donde colocan luces de emergencia, sirenas y lo que se pueda colgar, pero que en realidad sirven para soportar el peso de la moto sin que ésta aplaste la pierna en caso de una caída. Otras monadas aparte del buen diseño y el precio relativamente bajo (comparado contra las japonesas), eran el tablero digital, los controles iluminados, el motor con doble bujía, los rines de aleación en lugar de rayos, freno de disco delantero, salpicadera trasera doble y una muy curiosa parrilla que sirve de descansapiés y evita que el vestido de las mujeres hindús se atore en la cadena y la rueda trasera (allá van sentadas como silla de montar para mujer, de lado y sólo de pasajeras).

Así que salí de ahí a buscar más referencias en internet, en talleres y donde se pudiera. Un vendedor de motos usadas fue el que me dio la mejor referencia: "es tan buena como una Honda y va a aguantar más. Están hechas para caminos maltratados de la India, soportan más peso y la tornillería (sic) es de muy buena calidad. No se va a aguadar en mucho tiempo".

La decisión estaba tomada, sólo faltaba completar el enganche y/o el pago total. La ganadora por la mejor relación precio/seguridad/calidad aparente fue la Pulsar 150 de Bajaj (en ese año todavía no salía la fabulosa Yamaha FZ16 que aunque más cara, más bonita). Así que después de hacer un depósito bancario, contrato de compraventa, pedido de la moto y compra de casco, un periodo medio tortuoso gracias a la poca ayuda del gerente en turno, por fin llegó la ansiada moto en color rojo cereza y pude ir a unos metros a llenarle el tanque, ya que la dan vacía como en todas las agencias de autos y motos. Luego fui por mi primer vuelta, a ganar experiencia y aprender a conducirla en el tráfico y la calle real. Efectivamente se apagó algunas veces al intentar arrancar desde parado, pero eso a todo mundo le pasó alguna vez en auto o en moto. Por cierto que ese primer día llovió y fue mi primer mojada en la calle. Día de estreno, definitivamente.

Sobra decir que como muchos que compran su primera moto, la experiencia de manejar una es casi nula. Sólo 2 lecciones tuve en una Suzuki 125 modelo 1991 antes de subirme a la nueva Pulsar que ahora ya suma varios miles de kilómetros.

Otro día escribiré el "estreno" que tuve con la primer caída y verán que los sistemas de seguridad, por más simples que parezcan, nunca salen sobrando.

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